XXVI Certamen Literario JUANA SANTACRUZ

XXVI CERTAMEN LITERARIO

JUANA SANTACRUZ.

BASES:

1.- Podrán participar escritores de cualquier origen, nacionalidad o lugar de residencia, exceptuando a los miembros de la mesa directiva y del patronato del Ateneo Español de México, AC., a quienes laboren en dicha institución, así como parientes de los mismos, ganadores de emisiones anteriores de este premio y quienes sean socios de la institución.

2.- Los concursantes deberán enviar un cuento breve con tema libre.

3.- Los trabajos tendrán una extensión máxima de 1 cuartilla, tamaño carta, a doble espacio por una sola cara, en tipo arial 12.

4.- Los trabajos presentados tienen que ser originales, inéditos y en lengua española. No podrán participar en otro concurso simultáneamente.

5.- Los trabajos se presentarán firmados con seudónimo y acompañados de un sobre cerrado en cuyo exterior figure el título del trabajo y el seudónimo del autor. En su interior incluirán una plica que contenga los siguientes datos: nombre del autor, domicilio o dirección postal, teléfono de contacto y correo electrónico.

6.- El certamen quedará abierto a partir de la publicación de la presente convocatoria y se cerrará el 30 de marzo de 2018. No se concederán prórrogas aunque se respetará la fecha del matasellos del envío postal. No se recibirán trabajos por correo electrónico.

7.- Cada concursante deberá entregar un original y dos copias legibles en la siguiente dirección:

XXVI Certamen Literario JUANA SANTACRUZ
Ateneo Español de México, AC.
Calle de Hamburgo, no. 6, esquina con la calle de Berlín                                                                                              Col. Juárez, 06600, México, D.F.

8.- Cada concursante deberá presentar una carta en la que declare que su obra es original e inédita y que no participa en otro concurso literario.

9.- El jurado calificador estará integrado por personalidades de reconocido prestigio, cuyos nombres se revelarán tras el fallo del mismo. El fallo del jurado será inapelable y se anunciará durante la primera quincena de junio de 2018. El ganador será notificado y su nombre será divulgado en los medios de difusión.

10.- El premio, con una cuantía de $15,000.00 (Quince mil pesos 00/100 M. N.) menos impuestos, será único e indivisible. Si el Jurado lo considera oportuno otorgará las menciones honoríficas que estime convenientes.

11.- El jurado se reservará el derecho de descalificar cualquier trabajo que incumpla con las bases mencionadas. Igualmente resolverá casos no considerados en esta convocatoria.

12.- Si a juicio del jurado ninguno de los trabajos reúne la calidad literaria suficiente, el premio podrá ser declarado desierto.

13.- El jurado no entablará correspondencia alguna con los participantes en el concurso.

14.- No se devolverán por correo los manuscritos no premiados. Estos podrán ser recogidos en la sede del Ateneo Español de México entre el 2 y el 31 de julio de 2018. Después de esa fecha los manuscritos no recogidos serán destruidos.

Ciudad de México a 1 de noviembre de 2017.

Las perdurables ideas de Luis Buñuel.

Las perdurables ideas de Luis Buñuel

A dos décadas del fallecimiento del cineasta Luis Buñuel, y cuando se está hablando de abrir, en la que fue su casa en México, el Museo que lleva su nombre, nuestra colaboradora Raquel Tibol consideró oportuno enviar a Proceso esta entrevista. La realizó hace 60 años como uno de sus primeros trabajos en México, donde se naturalizó en 1961, y fue publicada el 29 de noviembre de 1953 en México en la cultura, suplemento del periódico Novedades. Lo abordó en los estudios cinematográficos donde filmaba La ilusión viaja en tranvía, y la conversación  —“cálida y sincera”—  tuvo lugar en la misma casa que ahora será museo, pero para la transcripción prefirió no interrumpir el discurso del cineasta.

Raquel Tibol.

El dicho “ojos que no ven corazón que no siente” pudo haber sido una de las fuentes de Luis Buñuel para su primera película El perro andaluz, de 1928. Ahí mostró un ojo humano forzado a mantenerse abierto por dos dedos enérgicos, mientras una navaja de afeitar hace un corte profundo en la retina. Este gesto equivalía a una declaración de principios. Sus creaciones equivaldrían a incisiones en la capacidad visual del espectador. No le interesaban las evocaciones, comentarios o premoniciones. No se ocupó del acontecer, sino del punto de vista. Relatar un acontecimiento sin modificar el punto de vista puede provocar sentimientos de alegría o tristeza pero no molestia. Exponer un hecho común con base en patrones diferentes a los habituales obliga al espectador a una revisión de sus ideas, sus emociones y conceptos.

El público como tal, como conjunto de individuos que observan pasivamente una acción, nació en la Grecia antigua con el fin, según se dice, de reunir a los ociosos para impedir que conspiraran contra la integridad del Estado y la moral ciudadana. Se aceptaba que toda representación debía provocar un proceso de desgaste emocional, de distracción intelectual y de olvido de la realidad inmediata. El cine, desde su nacimiento, adoptó casi sin excepción esta característica. Pero Buñuel comprendió ese lenguaje para contraponer despertadores a los somníferos, impresiones inquietantes a las sensaciones complacientes. Pertenecía al grupo de intelectuales y artistas europeos que, surgidos en el seno de la burguesía, estaban decididos a fustigar a su clase. Si la burguesía de la primera posguerra proclamaba que todo era comprensible, analizable y tomaba la lógica por un refugio seguro, estos artistas recurrieron a esa manera que llamaron superreal para vaciar en ella una militancia crítica antilírica y anticonvencional. A los “buenos sentimientos” que todo lo suavizan opusieron el hurgar incesante en las causas: las historias “verdaderas”, imágenes que alteraban equilibrio y certeza. No hacían recuento, como los realistas, el suyo era un doble juego de limpia y revaloración. La guardia de la burguesía empuñaba ese instrumento para llegar a ciertas fronteras de la moral.

Cuando después de diez años de ausencia de las pantallas europeas, Luis Buñuel regresó con su película Los olvidados, los críticos se apresuraron a clasificar la obra como surrealista. Analizaron secuencia tras secuencia para descubrir el rigor dentro de esa corriente. Pero en medio de revoluciones, guerras, expatriaciones e inactividad forzosa, lo que menos pudo producir Buñuel fue un encasillamiento estético. Para responder a la obcecación de la crítica me dijo:

—Yo ya no soy surrealista porque no pertenezco a ningún grupo. El cambio de vida y las necesidades han hecho que no me interese pertenecer a ningún grupo. La reacción surrealista correspondió a determinada realidad; ahora comprendo que no se puede enfrentar la realidad exclusivamente con el surrealismo. Pero aunque ya no pertenezco a grupo alguno, la educación, la disciplina surrealista está en mí. El surrealismo fracasó como revolución (una revolución no la pueden hacer 33 individuos), pero se entregó a la vida general. El surrealismo no es algo que hay que buscar, está ahí.

—La Academia nos acostumbró a pensar racionalmente, pero el hombre no es racional. Freud ha puesto al descubierto su condición irracional. La razón es un elemento de contacto social, una cláusula de convivencia, pero el subconsciente existe; por eso hoy podemos afirmar que el surrealismo era lo que faltaba para completar nuestra visión de la realidad, ya que ésta encierra un sentido terrible y extraordinario que hay que descubrir.

—No soy surrealista porque el surrealismo como escuela ha cumplido su cometido, ya ha dejado su huevo. Es una contribución al conocimiento humano y seguirá existiendo hasta el final del hombre, el surrealismo nació como fuerza de humor, se fundamentó en el humor como fuerza liberadora. Siendo el último elemento poético subversivo de la sociedad cultural, y por lo mismo, un producto de alta civilización, el humor forma parte de él, lo integra fatalmente. Pero no hay que confundir humor con ironía. La ironía es un elemento parcial, individual, aislado. La ironía es decorativa, puede acentuar. Yo estoy contra la ironía. El humor es tremendo, violento y liberador.  Es un escape para producir sensaciones subversivas y desagradables a través de la risa. Lo otro es la broma de bon vivant. Rabelais es burla, gracioso, pero no es humor. Los primeros humoristas Swift y el Marqués de Sade. Humor profundo y auténtico se ha hecho muy poco porque casi siempre es inconveniente y feroz. Yo le reconozco una importancia capital. La ironía no tiene alcance, mientras que el humor es fundamental.

—En el cine encontramos humor en el género cómico de la primera época, en dos o tres películas policiales y en bastantes películas de Chaplin, por ejemplo en La quimera del oro, El gran dictador, Monsieur Verdoux. Jamás en Luces de la ciudad, completamente sentimental; tampoco en Candilejas, detestable, conformista, sentimental. Se acepta por el mito de Chaplin. El discurso de M. Verdoux ante el jurado tiene humor, es un humor antibélico que pica muy hondo.

—Lo sentimental es contrario del humor. Lo sentimental es conformista, agrada al hábito emocional de la gente. Todo el público entra por lo sentimental. El surrealismo, en cambio, es mezcla de ternura y crueldad, y en esa mezcla justamente reside su calidad. La ternura en contraposición o apoyando la crueldad. Es una ternura que el público no agradece porque la espera más oficial. Yo le doy enorme alcance a la ternura. Ternura por ambivalencia, por oposición a la crueldad. La ternura como efusión humana. El sentimiento en cuanto emoción es valioso, muy distinto por cierto a la expresión lloricona aunque no debemos olvidar que hay lágrimas subversivas.

—La cosa poética es lo que me interesa, es un manto que se extiende sobre todo. No puede haber poesía sin humor.

—Mi línea estética no es tal, sólo reconozco una línea moral. La estética me viene floja. Renuncio a lo estético o a lo bonito. Persigo una finalidad moral;  pero esa moral no es la consuetudinaria. El buen o mal gusto me da igual. Por instinto me acerco más al mal gusto, que es de por sí antiartístico. El mal gusto me atrae, como me atrae la pugna entre dos seres humanos, sus deseos, sus odios, sus amores, la reacción ante la sociedad que los rodea, su bueno, su malo, su patria, su familia. De ahí que la transposición de la vida razonable me resulte incompleta. No me interesa la trasposición italiana o francesa. Mi realismo no tiene nada que ver con el neorrealismo italiano. Nada más lejos de él que Los olvidados. Mi cine no es didáctico. Quizás sea triste reconocerlo, pero es así. Yo no puedo ser nada mas que lo que soy.

—Si bien mi primera película fue El perro andaluz, puedo decir que me lancé con La edad de oro (1930). En ella puse todo lo que me interesaba en aquella época. Desde entonces trato de expresar mi disconformidad con la sociedad actual. Lo que busco es dejar a la gente completamente intranquila, demostrarle lo falso de su actual seguridad. Lo ideal para mí sería provocar una desconfianza absoluta en el público respecto de sus sentimientos, su economía y sus relaciones fundamentales. Por eso no le puedo dar ninguna importancia a la opinión de la gente, porque me opongo al conformismo, a la certeza de su seguridad y su serenidad, certeza que niega toda rebelión.

—Afortunada o desgraciadamente no platico en mis películas; expongo. En Los olvidados introduje el azar objetivo. Como tuve que abstenerme de hacer algunas cosas que me había propuesto como una mayor intervención de elementos imaginativos y extraños. Así, por ejemplo, cuando el niño tira los frijoles por el suelo, en lugar de la olla aparece muy fugazmente un sombrero de copa. También en el instante en que Jaibo mata al joven trabajador, en la panorámica debía verse súbitamente una orquesta de 100 músicos tocando arrebatadamente. Por cierto que estos ensayos de contrastes, que agrego como elementos irracionales intercalados de manera inseparable de la vida, pueden fallar. Estos experimentos los hice de manera franca en mis tres primeras películas. El perro andaluz, La edad de oro y Tierra sin pan.

“Fuera de Subida al cielo, todo lo que realicé en México lo hubiera podido hacer en cualquier otra parte. Pero debo reconocer que la realidad mexicana me atrae mucho, sobre todo la gran personalidad del pueblo dentro de su enorme pobreza. Esa personalidad despierta mi ternura. No puedo decir lo mismo del tan mentado arte popular mexicano. Me he servido de él y lo he utilizado cuando lo necesité; pero el arte popular no me atrae en ningún país. No me ha hecho falta cultura tradicional, aunque reconozco que tengo una gran atracción, una gran ternura por el pueblo”.

“Desde un punto de vista cinematográfico no le doy importancia a la música, considero que sirve para rellenar escenas pobres en lo espiritual, o para apoyar escenas de amor. La música es un elemento cinematográfico deficiente, aunque en ocasiones pueda ser eficaz y aún indispensable. Los ruidos, por el contrario, los considero importantísimos, como también es importante la palabra subordinada a la imagen. La palabra sirve para abreviar o sintetizar el metraje cinematográfico, sin desconocer jamás que en todo cuanto se pueda expresar claramente en imágenes nada debe haber de lenguaje. Lo primero es la película, el todo expresivo de la película, donde cada elemento ayuda a destacar determinados aspectos e esa expresión ante la cual el público reaccionará con repugnancia o agrado”.

No soy reacio a la evolución técnica, al contrario, quisiera disponer de los más modernos, quisiera disponer de los más modernos elementos para realizar efectos insospechados.

Proceso Nº 1917. 28 de julio de 2013.


 

 

 

 

 

Tomás Segovia, la justicia es nuestra

Nos gustaría compartir este artículo de nuestro querido socio Tomás Segovia, escrito en 2010 como parte de las “Cartas cabales“. El texto fue tomado del blog de Tomás Segovia, el cual escribió hasta su muerte. El texto nos invita a la reflexión, sobretodo con lo ocurrido en estos días sobre el caso del juez Garzón. Al inicio hay una nota agregada por Tomás Segovia.

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“Cartas cabales” se llamó una columna que publiqué durante casi un año en La Jornada de México en 1994. Son cartas dirigidas a un corresponsal imaginario, Matías Vegoso, obvio anagrama.

 LA JUSTICIA ES NUESTRA

 Querido Matías Vegoso:

Vaya, ahora tú también me sales con que hacer manifestaciones y firmar declaraciones en favor del juez Garzón es presionar a la justicia, y que eso resulta contraproducente porque es renunciar a ganar la causa por procedimientos puramente judiciales. Reflexionemos, querido Matías. En primer lugar, esos actos no son propiamente en favor del juez Garzón, sino contra la desnaturalización de la justicia. Pero es claro que para discutir sobre estas cosas hay que tener mucho cuidado de no simplificar de inmediato. Por eso empezaré, inesperadamente, por dar un salto a México.

Bien sé que el desastre de la justicia en México no es de la misma naturaleza que en España. En esta última es claramente ideológico y en parte corporativo. En México es también corporativo, pero nada ideológico, sino simplemente mafioso o directamente crematístico. Por eso justamente propongo compararlos: para que nos centremos en el carácter desastroso independientemente de sus causas. Tú sabes tan bien como yo que en México cuando alguien menciona “el estado de derecho”, nos echamos a temblar: seguro que nos están preparando alguna granujada. ¿Por qué? Porque sabemos que casi infaliblemente esa frase anuncia que van a manipular la ley para justificar algo. Pero si ese algo fuera justo, ¿qué necesidad habría de justificarlo? Es posible que en México esa manipulación sea más burda y descarada que en España, a veces incluso delictiva, pero lo que me importa ahora es que un procedimiento jurídico puede perfectamente servir a una injusticia, lo mismo si es efecto de una mordida que de una postura ideológica. ¿Quién podría en México luchar contra esa clase de injusticia? Obviamente no los jueces, que son precisamente el problema. ¿El poder? Pero el uso injusto de la ley, cuando no se paga directamente en dinero, es generalmente servicio al poder, o a veces pura intención de congratularse con él. Es evidente que sólo la sociedad podría denunciar esa corrupción, y de alguna manera, no necesariamente violenta, castigarla. Pero hete aquí, querido Matías, que cada vez que la sociedad mueve siquiera un dedo en esa dirección, el poder, los poderes, la acusan de atropellar el estado de derecho.

¿Te suena eso en relación con España? Bueno, todo parece indicar que es el juez Varela el que está prevaricando, y no serán las manifestaciones y proclamas las que impidan que esa prevaricación sea denunciada, como ya está sucediendo. Pero a la vista de lo que están haciendo el juez Varela y sus apoyos de la judicatura, es evidente que la suerte de esa denuncia dependerá de en manos de qué jueces caiga. Si el problema es la injusticia de los jueces, ¿cómo vamos a confiar pasivamente en la justicia de esos jueces? Habría que concluir, parodiando la famosa frase sobre la guerra, que la justicia es demasiado seria para dejarla en manos de los jueces.

Empecemos a matizar, pero desde los dos lados, el tuyo y el mío. A la denuncia obviamente ideológica de Falange Española de que Garzón prevaricó por motivos ideológicos, se contrapone la denuncia también ideológica de las víctimas del franquismo de que Varela prevarica por motivos ideológicos. Está claro que este proceso, desde el principio y en todos sus aspectos, rebasa por todas partes el ámbito jurídico. Claro que hay diferencias: Falange Española es un partido fascista que debería estar proscrito como lo estaría en cualquier país civilizado, mientras que las víctimas del franquismo son víctimas de hecho, con o sin ideología. A su vez, la prevaricación atribuida a Garzón consistiría en haberse atribuido competencias, mientras que la atribuida a Varela consistiría en negarse a aceptar testimonios y en falsificaciones tales como cambiar fechas e inventar firmas, que es algo bastante más malintencionado que una opinión sobre competencias. No es lo mismo prevaricar para perseguir a unos asesinos que para perseguir a un juez por un exceso de competencia, lo cual se parece bien poco a un asesinato. Además, la ambigüedad de la ley de amnistía española, reconocida por la mayoría de los juristas, permite interpretaciones opuestas no necesariamente de mala fe, pero una de ellas acorde con el derecho internacional y las exigencias de la ONU y la otra incompatible con ese derecho y por lo tanto con la pertenencia de España a la ONU. No es pues técnicamente imposible, desde luego, hacer prevalecer la justicia por procedimientos puramente jurídicos. Pero puesto que de uno y otro lado nadie confía en la neutralidad de la justicia –en la justicia de la Justicia– , nadie puede creer que, sea cual sea el resultado, habrá prevalecido la justicia, sino la fuerza política.

No sé qué vas a argumentar ahora, pero veo que podrías argumentar que por eso precisamente no será politizando la denuncia como despolitizaremos el proceso. Pues perdona, pero creo que no es tan simple. Despolitizar puede significar cosas bastante diferentes. En un sentido es pedir a los ciudadanos, y a la sociedad como tal, que no se meta en política, es como decirnos “Ustedes no intervengan, para que nosotros intervengamos a gusto”. Pero en otro sentido es sanear algún ámbito donde se ha metido espuriamente la política. Característicamente, evitar la politización de hechos, procesos o movimientos sociales. Despolitizar la familia, o la educación, o la igualdad de los sexos –o insignemente la justicia– es despolitizar en este sentido. Una manifestación contra la injusticia de los jueces no es un movimiento político, es un movimiento social. Con un efecto político, sin duda, pero ese efecto es justamente la despolitización.

Sigamos matizando. Lo que en México se pretende con la retórica del “estado de derecho”, y en España con la de la respetabilidad de los jueces y la condena de toda manifestación de la sociedad, es hacer al derecho enteramente autónomo respecto de la sociedad. Digo el derecho, no la justicia, o sea el derecho como un ámbito puramente procesal, autojustificado, sólo responsable ante sí mismo e irresponsable ante la sociedad. Es claro que el poder judicial tiene que contar con una autonomía, pero no tal que pueda prevalecer sobre la sociedad. Porque la justicia, querido Matías, no es patrimonio del poder judicial, sino de la sociedad. La autonomía del poder judicial debería ser absoluta frente al poder no sólo político, sino también económico y de privilegios, pero no puede ser absoluta frente a la sociedad. Es preciso asegurar que a los jueces no se les pueda pedir cuentas a troche y moche, pero es monstruoso que no se les pueda pedir cuentas en absoluto. Las cuentas más graves, lo estamos viendo, no podemos confiar en que se las pidan unos jueces a otros. Esas cuentas se piden en la calle. La noción misma de prevaricación implica que la justicia no puede reducirse nunca a una cuestión de procedimiento: no es la ley la que funda la justicia sino la justicia la que funda la ley. La más breve mirada a la historia nos muestra enseguida con qué abrumadora frecuencia las injusticias, incluso las más graves, han sido legales. La historia no se hubiera movido si las sociedades humanas no hubieran reivindicado su potestad sobre la justicia cuando el poder se ampara en la jurisprudencia para justificar la injusticia.

Terminaré en un tono levemente demagógico volviendo a la candente actualidad. No sé si leíste hace unos días un reportaje en El País Semanalsobre el caso de un preso inocente condenado en México a 20 años de cárcel y liberado gracias a un video grabado por una pareja de jóvenes abogados donde se ve la irremediable podredumbre de la justicia mexicana. Por la cual, por supuesto, nadie recibe la menor sanción, puesto que ese video y esa denuncia atentan contra el “estado de derecho”. Como las escuchas de los delincuentes del caso Gürtel. Yo personalmente, querido Matías, creo que deberíamos manifestarnos también contra los jueces que anularon esas pruebas. Porque para mí, perdona la ingenuidad, es evidente que si una cuestión de procedimiento permite dejar impunes a unos delincuentes que para más vergüenza roban las arcas públicas, o sea nuestro dinero, entonces es el procedimiento lo que hay que corregir, no la verdad. Y eso, con perdón, no es político o ideológico, es simplemente reivindicar la razón y la justicia. Cuando se puede condenar arbitrariamente, con toda impunidad, a un inocente a 20 años de cárcel, o cuando los delincuentes acusan al juez que los descubrió, o cuando un partido fascista sienta en el banquillo al juez que investiga los crímenes de los que es corresponsable, no hay procedimiento legal que pueda borrar la escandalosa injusticia de todo eso simplemente dándole el nombre de justicia. Ni hay juez que tenga derecho a pedirnos que le respetemos cuando actúa así, simplemente declarando que es respetable (declarándose competente para la respetabilidad). La ventaja que yo le veo a esta deplorable crisis es que ha puesto sobre la mesa todo esto. España podría tener en este momento la oportunidad de airear por fin la vergonzosa llaga que sigue poniéndola aparte del resto de Europa: la persistencia enmascarada de un poder fascista que la famosa transición no supo condenar y neutralizar, y que es evidentemente una cuestión mucho más trascendental que la de si Garzón tenía más o menos competencias. Para volver a hacer creíble a España, habría sin duda que desdorar un poco la respetabilidad de nuestros jueces heredados del franquismo. A mí, la verdad, me parece un precio bastante barato.

Espero que con todo esto no me declares incompetente para enviarte un cordial abrazo

 T. S

 

Fallece el presidente emérito del Ateneo Español de México, Carlos Velez

Queridos amigos:

seguramente se enteraron del fallecimiento de Carlos Vélez, nuestro presidente emérito. Es una noticia tristísima y solo nos consuela el pensar con mucho cariño que disfrutamos de su amistad y bondad. Fue un hombre bueno y dada su situación médica lo que sucedió fue, aunque sea difícil de aceptar, lo más compasivo. También eso deberá de consolarnos.
Hemos ofrecido las instalaciones del Ateneo para que su familia pueda recibir el duelo de todos sus amigos. Los invitamos a acompañarnos. Eso sucederá el martes 24 de enero. Estamos en espera de que nos avisen y los mantendremos informados. Les envío como siempre un saludo con mucho afecto.

Carmen Tagüeña Parga

Presidenta del Ateneo Español de México

Nota en La Jornada sobre homenaje a Elvira Gascón

Rinden homenaje a Elvira Gascón, una de las pocas artistas del exilio

El Ateneo Español de México presenta exposición con 378 trabajos de la pintora

El espíritu de su obra se centró en tres temas: el erotismo, la religión y la estética helénica.

La muestra sólo incluye retratos de hombres, reprocha Angelina Muñiz-Huberman

Carlos Paul

Periódico La Jornada

Sábado 14 de enero de 2012, p. 5

Rendir homenaje a las mujeres antifranquistas y reivindicar su papel dentro de la memoria histórica republicana fue la temática de la mesa redonda desarrollada alrededor de la estética de Elvira Gascón, el pasado jueves, en el contexto de la exposición Pequeños retratos/ grandes personajes, que reúne obras de la artista. La muestra, que se presenta en la sede del Ateneo Español de México y el Centro de Estudios de Migración y Exilios de la UNED, reúne la vasta producción retratística de Gascón, alrededor de 378 trabajos, cuyos protagonistas fueron los intelectuales, escritores, filósofos, músicos y humanistas más importantes de su época y del exilio. Durante el exilio español, en 1939, la pintora republicana arribó a México, donde adquirió relevancia. Elvira Gascón realizó pinturas murales y al óleo, esmaltes, grabados, carteles, folletos y programas; ilustró artículos en periódicos y más de 210 libros de reconocidos escritores publicados por el Fondo de Cultura Económica. De acuerdo con la crítica de arte Angustias Freijo, el dibujo con referencias historicistas fue lo que más desarrolló Elvira Gascón.

 Rareza y poética

 La exposición Pequeños retratos/grandes personajes reúne obras creadas con diferentes técnicas de dibujo, como la línea, la tinta sobre papel, la aguada y el esgrafiado, que Elvira Gascón utilizó para retratar a Ramón del Valle Inclán, Benito Pérez Galdós, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, León Felipe, Max Aub, Luis Cernuda, Ramón Xirau, Pablo Casals y quien fue su esposo, el arquitecto Roberto Fernández Balbuena, también parte del exilio.

 Durante el debate, Guadalupe Fernández Gascón, hija de la pintora, leyó un texto de Angustias Freijo, en el que la crítica de arte recordó que Elvira Gascón tenía 28 años cuando llegó a México, como una de las pocas mujeres artistas del exilio español. Siempre dibujó muchísimo como parte de todos sus trabajos, como disciplina y como punto de partida de su estética; influida por las vanguardias y del México de la época. El espíritu de su obra se centró en tres temas claves: el erotismo, la religión y la estética helénica.

 Elvira Gascón (1911-2000) Foto de Luis Miguel Vargas Contreras

 Retrato de Federico García Lorca hecho por Elvira Gascón incluido en la exposición de la artista española que se presenta en la sede del Ateneo Español. Foto Luis Miguel Vargas Contreras

Retrato de Benito Pérez Galdós hecho por Elvira Gascón. Foto Luis Miguel Vargas Contreras

 

Retrato de Ramón del Valle Inclán hecho por Elvira Gascón. Foto Luis Miguel Vargas Contreras

El investigador Mauricio Ramírez, en amplia ponencia sobre la vida y la obra de la pintora, destacó el trabajo muralístico que Gascón realizó en el templo de San Francisco, en Zongolica, Veracruz. Por su parte, el poeta y editor José María Espinasa resaltó la rareza y la poética que caracterizan los dibujos y retratos realizados por Gascón a destacados escritores de su época. Tal es el don que tiene la pintora al dibujar los rostros, que sus retratos son una manera de empezar a leer esos autores. Luego de que el arquitecto Juan Ignacio del Cueto habló sobre la arquitectura española en el exilio, y destacó los murales realizados por la pintora en la iglesia de San Antonio de Padua, ubicada en San Cosme, la escritora y poeta Angelina Muñiz-Huberman subrayó, entre otros puntos, el trabajo que reúne Gascón en su libro 100 dibujos, publicado en 1972 por la editorial Siglo XXI, en el que –apuntó la narradora– “la simplicidad del dibujo, la compenetración con la leyenda y el misticismo se resumió en una de las facetas más puras del erotismo. Un erotismo pleno, vital, en la joie de vivre. Donde sagrado y profano son uno mismo. Donde el sentido del humor no se pierde”. Luego de llamar la atención de que en la muestra no se incluyó el retrato de ninguna mujer y recordar los extraordinarios dibujos de Sor Juana Inés de la Cruz realizados por Gascón, Muñiz-Huberman resaltó “el talento y la mano hábil de Elvira Gascón, siempre en el perpetuum mobile, siempre dispuesta al trazo que vuela”.

 La exposición Pequeños retratos/grandes personajes, se presenta en el Ateneo Español de México (Hamburgo 6, esquina Berlín, colonia Juárez).

Mesa redonda sobre la exposición de Elvira Gascón

Pequeños Retratos

Grandes Personajes

de

Elvira Gascón.

 

El Ateneo Español de México A.C. y el Centro de Estudios de Migraciones y Exilios de la UNED (CEME) invitan a la mesa redonda sobre Elvira Gascón que con motivo de la exposición: Pequeños Retratos/Grandes Personajes de la pintora tendrá lugar el jueves 12 de enero, a las 19:00 horas, en la calle de Hamburgo, 6, esq. Berlín, col. Juárez, y que fue posible gracias a la generosidad de su hija Guadalupe Fernández Gascón.

“Elvira Gascón (1911-2000) – al decir de Angustias Freijo, Directora de Freijo Fine Artfue una de las pocas mujeres que integraron la lista de los creadores plásticos del exilio español de 1939. Se tituló como profesora de dibujo en la Academia de Bellas Artes de Madrid. Durante su carrera recibió menciones honoríficas y premios en dibujo, anatomía, historia del arte y perspectiva, aspectos que trabajó durante su vida, creando un lenguaje basado en el dibujo y con referentes historicistas. La línea y estética del “retorno al orden” marcan el perfil que recorre el estilo de su trabajo. En México forjó un nombre importante como artista; realizó pinturas murales, obras al óleo, esmaltes, grabados, carteles, folletos, programas e ilustró más de 210 libros de grandes escritores. De la enorme producción retratista de Elvira Gascón se cuenta con alrededor de 378 retratos. Sus protagonistas fueron los intelectuales más importantes de la época y el exilio: escritores, filósofos, políticos, músicos y humanistas.”

            La exposición Pequeños Retratos/Grandes Personajes, con diversas técnicas como la línea, la tinta sobre papel, la aguada y el esgrafiado, nos acerca a personajes del mundo de las letras como Luis de Góngora y Argote, Juan Ruiz de Alarcón, Miguel de Cervantes Saavedra, Benito Pérez Galdós, Ramón María del Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, León Felipe, Luis Cernuda, Max Aub, Ramón Xirau, Agustí Bartra, de la música como Isaac Albéniz, Rodolfo Halfter, Pablo Casals, de la historia como Américo Castro y Agustín Millares Carlo, de la filología y la lingüística como Amado Alonso,  de la edición como  Joaquín Díez–Canedo, de la pedagogía como Luis Santullano, de la política como  Pablo Iglesias, de la pintura como Roberto Fernández Balbuena o cristalógrafos como Luis Garrido. Esta exposición y por ende la mesa redonda, siguen la misma línea de la exposición anterior presentada en nuestra sede, Mujeres Republicanas, porque trata de rendir homenaje a las mujeres antifranquistas, de modo que “no queden eclipsadas por una Historia que se escribe en masculino”, es decir, se trata de “reivindicar su papel dentro de la memoria histórica republicana”, en palabras de Javi Larrauri, artista de la exposición mencionada.

          Tanto la exposición como la mesa redonda forman parte de las actividades del Coloquio Internacional Félix Candela, vida, obra y legado, organizado por Juan Ignacio del Cueto y que tuvo lugar el diciembre pasado, con la participación de connotados especialistas de la vida y la obra de Candela, de prestigiosas Universidades de México, España, Venezuela, Estados Unidos y Reino Unido, así como del proyecto elaborado por la galería de Arte y Proyectos, Freijo Fine Art, de Madrid, llamado El debate de Elvira  Gascón: el amor, la religión y la estética helénica cuya curadora es Angustias Freijo, autora asimismo de algunos textos usados en esta exposición.

            Participarán en la mesa redonda: con la presencia de Guadalupe Fernández Gascón, hija de la pintora: Angelina Muñiz, escritora, que se referirá a la exposición que presentamos; José María Espinasa, poeta y editor que hablará sobre la relación de Elvira Gascón con la literatura; Juan Ignacio del Cueto, arquitecto, que repasará la relación de la pintora con Félix Candela y con su marido Roberto Fernández Balbuena y de su colaboración en la iglesia de San Antonio de las Huertas; de Mauricio Ramírez, estudioso de la vida y la obra de nuestra pintora, que dará a conocer la presencia de  México en la obra de Elvira Gascón y de Angustias Freijo, crítica de arte,  que nos ofrecerá las reflexiones que acompañaron a su proyecto de exposición para dar a conocer la obra de  Elvira Gascón, fuera de México.

            El Ateneo Español de México es hoy uno (si no el único) de los espacios dedicados a conservar la memoria del exilio español en México, sin quedarse anclado en el pasado sino para ofrecerlo a las generaciones actuales y a las que están por venir. En esta pretensión coincide con el Centro de Estudios de Migraciones y Exilios de la UNED (CEME) que intenta consolidarse como un espacio de reflexión e investigación de estos temas; además reúne documentación archivística, audiovisual, artística y la pone al alcance de todos los interesados. Ambas instituciones, El Ateneo Español de México y el CEME no tienen a la República Española detrás sino en el horizonte, adelante, porque hay todavía tanto que defender.

Cronología de Elvira Gascón

 

1911 – Elvira Gascón nace en Almenar, Soria.

1930 – Ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y en los años sucesivos obtiene numerosos reconocimientos.

1935 – Obtiene el título de Profesora de Dibujo y comienza a trabajar en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid como profesora de perspectiva.

1937 – Trabaja como auxiliar técnico en la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico en Madrid. En diciembre consigue el puesto de profesora en el Instituto Lope de Vega.

1939 – Llega a México como exiliada donde trabaja para el Fondo de Cultura Española.

1940-1990 -Trabaja como ilustradora en publicaciones periódicas y libros. Además participa en subastas y obras de caridad.

2000 – Fallece en México y sus restos yacen en el Panteón Español.

 

 

Poema de Rubén Bonifaz Nuño

dedicado a Elvira Gascón

Como el rostro del aire cuando giraestablece la luz; como la helada

el agua móvil de la madrugada,

funda las cosas tu dibujo Elvira.

 

Lo que quiere nacer, tiende y aspira

a la forma que mira tu mirada;

a que lo saque, aspira, de su nada

y vuelva verdadera su mentira.

 

Solo tiene verdad lo que finje

entre los cuatro aspectos de la esfinge

cobra peso y fulgor lo oscuro y vano.

 

Y las llamas, el mar, la tierra, el cielo,

existen, limitados por el vuelo

de la línea que come de tu mano

 

Rubén Bonifaz Nuño, 1969

 

 

Carlos Romero Giménez

Carlos Romero Giménez

Nació en Madrid el 7 de noviembre de 1890 en la Carrera de San Francisco. Hijo del coronel Manuel Romero Salas, de familia andaluza de Medina Sidonia y de María Giménez Núñez. Ingresó al ejército español el 2 de diciembre de 1908. Participó en la Guerra del Rif, habiendo recibido por ello numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz Laureada de San Fernando.

Fue detenido a consecuencia de su participación en el levantamiento de 1930 en favor de la República y en contra de la Dictadura de Primo de Rivera, permaneciendo dos años y medio en Prisiones Militares bajo petición fiscal de pena de muerte por insurrección. Una vez liberado mediante la amnistía concedida por el General Dámaso Berenguer, estuvo destinado en el Regimiento de Santa Cruz de Tenerife, en las Canarias donde permanece hasta el 14 de abril de 1931, fecha en que fue proclamada la Segunda República Española, cuando regresa a Madrid para colaborar en la política del nuevo gobierno.

Retirado por la Ley Azaña (por la orden del 28 de julio de 19314 ), desempeñó el cargo de Agregado Comercial de España en Portugal entre los años 1931 y 1932. Desde ese cargo y al regresar a España ayuda a portugueses perseguidos por la dictadura de António de Oliveira Salazar. Fue fundador y director de la Revista Hispano Lusitana y de una revista ilustrada denominada Defensa Nacional, Revista Española de Técnica Militar.

Siendo secretario general del Comité Nacional pro-Monumento a los Mártires de Jaca, el 20 de agosto de 1934 destituyó de su cargo como tesorero de dicha comisión a Luis Romero Basart, llamado entre los refugiados españoles “Romero el Malo“, quien posteriormente siendo Coronel de Aviación fue expulsado del Ejército Republicano por abandono de su puesto. En su libro Bajo las garras de la Gestapo el coronel Giménez señala a esta persona diciendo que “se había ofrecido y había sido admitido al servicio de la Gestapo para vigilar y denunciar a los españoles refugiados políticos en Francia” y como quien lo entregó a la Gestapo. Después de haber sido su vicepresidente por algunos años, a la muerte de José Puig de Asprer asume la presidencia de la Liga Española de los Derechos del Hombre, organización fundada en 1922, bajo la presidencia de Miguel de Unamuno.

En el año 1935 le fue aprobada una patente de invención por “Un sistema de ferrocarril aéreo impulsado por hélices”.

Puedes leer su historia completa aqui

 

Fallece el poeta de las dos orillas: Tomás Segovia

Falleció Tomás Segovia;

estar en paz, esa es la libertad, decía

Periódico La Jornada

Martes 8 de noviembre de 2011, p. 4

El poeta Tomás Segovia murió este lunes en la ciudad de México, a los 84 años de edad, víctima de cáncer. El también narrador, ensayista y traductor, quien recibió el pasado octubre el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, dejó un libro inédito dedicado al amor y a la vida, que de manera tentativa lleva por título Rastreos. Francisco Segovia, hijo del escritor, informó que el deceso ocurrió a las 14:30 horas y que los restos mortales del poeta serían velados a partir de las 20 horas de este lunes en la funeraria García López del Pedregal. Asimismo, precisó que su padre poseía las nacionalidades española y mexicana.

Nacido en Valencia, España, el 21 de mayo de 1927, Tomás Segovia llegó a vivir a México luego de salir exiliado a consecuencia de la Guerra Civil en su país. Entre los diversos reconocimientos nacionales e internacionales que recibió destacan los premios Xavier Villaurrutia (1973) y Alfonso X de Traducción, en 1982 y 1984. Fue ganador de los premios Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2000, el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 2005 y el Internacional de Poesía Federico García Lorca 2008. Tomás Segovia, quien fue una figura del exilio español republicano, durante una lectura de su poesía realizada en el Palacio de Bellas Artes el mes pasado, manifestó: el amor es que le quieran a uno, no por lo que merece, sino por amor, ya que el amor nunca es merecido. Fue autor de una vasta obra poética: La luz provisional (1950), Cuaderno del nómada (1978), Lapso (1986), Noticia natural (1992), Fiel imagen (1996), Salir con vida (2003), Llegar (2006) y Siempre todavía: poemas 2006-2007, entre otras. En una de las últimas entrevistas concedidas a La Jornada, Segovia expresó: ya no tengo que demostrar nada a nadie. No tengo ningún temor. La poesía me lleva a la sabiduría. A propósito de la publicación del libro Estuario, publicado en 2010, comentó: ahora escribo absolutamente por gusto. No tengo ningún temor de que me digan qué debo escribir o me reprochen. Por muy libre que quise ser de joven, estuve tenso, pensando en los críticos o en tal o cual opinión de fulano. A mi edad. ¿qué van a decir los críticos? Nada. Para Segovia fue importante hablar a través de sus versos, correr el riesgo de escribir, ver de a cómo nos toca en la vida, sin ninguna garantía, pero eso sí, sin inventar nada. El poeta señaló en una ocasión que la sorpresa de la vejez fue la libertad: los achaques de la vejez los preveo. Sé que luego voy a ser sordo, con dificultades para caminar, dolores de lumbago, pero lo que nunca preví fue la libertad que iba a sentir con la vejez. A esta edad ya no tengo que demostrar nada. Estoy en paz con la vida. Esa es la libertad. Además de la libertad, Tomás Segovia encontró la sabiduría de la vida, así lo recordó también en una entrevista con este diario: la poesía tal como yo la concibo es justamente esa cosa milagrosa de llegar a la sabiduría. Lo que siempre me ha deslumbrado de la poesía es que cuando ya no era joven y escribía un poema, yo sabía que no era tan sabio como mi poema. Es la poesía la que es sabia. Es lo milagroso. La tentativa del poeta es producir algo que le asombre a sí mismo. Es un parto. 

Traductor de Rilke y Bloom

Autor de más de 50 libros, Tomás Segovia tradujo al español a Rilke, Ungaretti, Bloom y Lacan. A principios de este año comenzó a trabajar en Hamlet, de William Shakespeare, y quería traducir Dios, el gran poema de Víctor Hugo, tarea que acometió hace 50 años. A pesar de que nunca fue proclive a dar consejos o definiciones sobre la escritura poética, Segovia sostenía que la poesía es crear sentido. Pero no utilizo el crear como aquello de Dios creó, sino como descubrir. La poesía no se produce sola, no hay una ley inexorable que la produce. Hay que descubrirla, no inventarla. Nadie puede inventar nada. Con la poesía de lo que se trata es de leer las cosas que suceden, las experiencias significativas y reveladoras a las que hay que darles un vehículo para que tomen forma, se entiendan y lleguen a los demás. Hugo Gutiérrez Vega consideró a su colega Tomás Segovia como uno de los grandes poetas de la lengua, un renovador de la poesía erótica, un poeta amoroso explícito y audaz, que creía en la libertad del cuerpo, de los alimentos terrenales; un maestro de las formas poéticas, un gran traductor; maestro de traductores y su tarea enriquecía la vida cultural de México. A Tomás Segovia le sobreviven su esposa María Luisa Capella y sus hijos Inés, Ana y Francisco.

Fallece el gran filósofo Adolfo Sánchez Vázquez

Gracias, Adolfo Sánchez Vázquez

Elena Poniatowska

Hace muchos años entrevisté a Adolfo Sánchez Vázquez en su departamento para el libro sobre Tina Modotti, y todavía recuerdo la bondad en su mirada. Con él, su mujer Aurora ofrecía te, café, galletas, lo que quisiera. Seguramente Sánchez Vázquez se dio cuenta de mi ignorancia, pero nunca me lo hizo sentir. Le preguntaba si había sufrido mucho en la guerra de España, si se había venido en el Marqués de Comillas o en el Sinaia; me empeñé en saber qué le había parecido Veracruz, si en Francia lo habían encerrado en alguno de los campos de concentración, a lo mejor en Argelès–sur–Mer o quizá Saint Cyprien. Insistí en decirle a Aurora, su mujer, que tenía un marido guapo, guapísimo, el más apuesto de los refugiados españoles, y ella concluyó, como diciéndome que ya le parara: También a mí me lo parece. ¿Qué sería de México sin la aportación del exilio español?, preguntaba yo como ahora lo pregunto, al día siguiente de la muerte de Adolfo Sánchez Vázquez, el filósofo, el historiador, el maestro universitario y el poeta.

Entrevisté a Adolfo Sánchez Vázquez sobre todo como soldado en la guerra de España. Quería saber si en la contienda había encontrado a Tina Modotti, si había conocido al médico Norman Bethune, quien hacía transfusiones en el campo de batalla mientras Tina sostenía en alto el plasma y se salvaban vidas que de otro modo se habrían acabado en el trayecto a la enfermería levantada en tiendas de campaña. Tina entonces se llamaba María, y pertenecía al Socorro Rojo Internacional. Me contó de los barrenderos que se aparecieron con sus escobas a pesar de la guerra y le dijeron que pasara lo que pasara tenían que barrer la plaza. También se extendió sobre la retirada de hombres, mujeres, niños y ancianos y su horrible tránsito por la carretera costera de Almería. Habló de los bombardeos y de lo que significaba para él ser un trasterrado, concepto acuñado por José Gaos.

 A tanta pregunta atolondrada, respondió que había llegado a Veracruz el 13 de junio de 1939 en el Sinaia, con Juan Rejano y Pedro Garfias, en plena época de lluvias en un Veracruz frondoso y tropical. Me contó de su participación en España peregrina y cómo había llegado a la Universidad de Morelia a dar clases, recomendado por Margarita Nelken. También habló de algo que a él y a su mujer, recién casados y sin un centavo, les había costado un trabajo enorme: la dirección de uno de los albergues de los niños de Morelia que iniciaron el exilio de los republicanos a México, cuando Lázaro Cárdenas les abrió los brazos. A él y a Aurora les tocaron 30 alumnos rebeldes a cual más difíciles, porque habían salido de España entre los cuatro y los ocho años de edad, y creían que sus padres no los amaban y los habían abandonado, cuando lo que ellos pretendían era salvarles la vida. Hacérselo entender resultó imposible, y Aurora y Adolfo resultaron demasiado jóvenes e inexpertos para convencerlos.

Cuando se publicó en 1982 un grueso volumen sobre El exilio español en México, a propuesta del periodista Manuel Buendía, me sorprendió mucho que apenas se mencionara a Adolfo Sánchez Vázquez entre los filósofos españoles. ¿Por qué? ¿Por su rectitud? ¿Por su rigor? ¿Por su modestia? ¿Porque era marxista por excelencia? ¿Por su amor a la universidad? También fue excluido de antologías y reconocimientos por considerarlo pro soviético. Sin embargo, él había escrito: Admitir finalmente el diálogo, la discusión, el intercambio de razones, lo que significa, por tanto, reconocer que no poseemos el monopolio de la verdad y que estamos abiertos a las razones y a la crítica del otro.

 Lo cierto es que Adolfo Sánchez Vázquez fue, como dijo Griselda Gutiérrez Castañeda, un joven de 90 y pico de años que siempre se atrevió a ser un pensador insumiso, un idealista, que no un iluso, capaz de concebir utopías posibles, empeñar su vida y energía y contagiarnos de esperanza sobre el sentido de luchar por la dignidad y la justicia.

La burla de Dios de Oscar Bacerott – Ganador del XIX certamen literario Juana Santacruz

La burla de Dios

Oscar Bacerott
Ganador del XIX certamen literario Juana Santacruz

Desafortunadamente los cuentos que había leído hasta entonces le resultaron una pérdida de tiempo que bien hubiese ocupado leyendo a sus autores favoritos. Tenía, sin embargo, el compromiso de leer todos los escritos que habían llegado a su oficina, pues era ésa precisamente la labor que le correspondía como juez del certamen de cuento breve que había organizado el Ateneo Español de México.

Habiendo leído la mayor parte de ellos, no sin antes vomitar un par de veces, se encontró con un relato que le intrigó desde el momento mismo de leer el seudónimo del autor: Papa Benedicto XVI. Mientras su vista seguía el contorno de las letras, su mente pensaba casi inconscientemente en el momento exacto de su vida en que tomó la decisión de ser ateo. Su madre no había recibido con agrado la noticia y eso le seguía causando ruido.

Al terminar el relato cayó en la cuenta de que no recordaba absolutamente nada, por lo que procedió a leerlo de nuevo obteniendo exactamente el mismo resultado. Esta vez recordó aquella ocasión en que hizo su primera comunión: el padre le había hecho una pregunta que no supo contestar correctamente y por algún motivo este detalle lo acompañaba aún con un poco de pesar.

Sabiéndose incapaz de decidir si realmente la historia escrita valía la pena, tomó la determinación de leerla una y otra vez hasta caer en la cuenta de que era imposible hacerlo. Por algún motivo cada vez acudían a él diferentes imágenes de su vida religiosa como si se dispararan por efecto de magia. Por último, decidió darse por vencido, no sin antes consultar el verdadero nombre del autor: Jesucristo. Una risa iluminó su cara. Una risa que bien valía quince mil pesos.