Carlos Romero Giménez

Nació en Madrid el 7 de noviembre de 1890 en la Carrera de San Francisco. Hijo del coronel Manuel Romero Salas, de familia andaluza de Medina Sidonia y de María Giménez Núñez. Ingresó al ejército español el 2 de diciembre de 1908. Participó en la Guerra del Rif, habiendo recibido por ello numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz Laureada de San Fernando.

Fue detenido a consecuencia de su participación en el levantamiento de 1930 en favor de la República y en contra de la Dictadura de Primo de Rivera, permaneciendo dos años y medio en Prisiones Militares bajo petición fiscal de pena de muerte por insurrección. Una vez liberado mediante la amnistía concedida por el General Dámaso Berenguer, estuvo destinado en el Regimiento de Santa Cruz de Tenerife, en las Canarias donde permanece hasta el 14 de abril de 1931, fecha en que fue proclamada la Segunda República Española, cuando regresa a Madrid para colaborar en la política del nuevo gobierno.

Retirado por la Ley Azaña (por la orden del 28 de julio de 19314 ), desempeñó el cargo de Agregado Comercial de España en Portugal entre los años 1931 y 1932. Desde ese cargo y al regresar a España ayuda a portugueses perseguidos por la dictadura de António de Oliveira Salazar. Fue fundador y director de la Revista Hispano Lusitana y de una revista ilustrada denominada Defensa Nacional, Revista Española de Técnica Militar.

Siendo secretario general del Comité Nacional pro-Monumento a los Mártires de Jaca, el 20 de agosto de 1934 destituyó de su cargo como tesorero de dicha comisión a Luis Romero Basart, llamado entre los refugiados españoles “Romero el Malo“, quien posteriormente siendo Coronel de Aviación fue expulsado del Ejército Republicano por abandono de su puesto. En su libro Bajo las garras de la Gestapo el coronel Giménez señala a esta persona diciendo que “se había ofrecido y había sido admitido al servicio de la Gestapo para vigilar y denunciar a los españoles refugiados políticos en Francia” y como quien lo entregó a la Gestapo. Después de haber sido su vicepresidente por algunos años, a la muerte de José Puig de Asprer asume la presidencia de la Liga Española de los Derechos del Hombre, organización fundada en 1922, bajo la presidencia de Miguel de Unamuno.

En el año 1935 le fue aprobada una patente de invención por “Un sistema de ferrocarril aéreo impulsado por hélices”.

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