Les recordamos que en el Ateneo Español de México celebraremos una conferencia de prensa el día martes 22 de mayo del 2012

Por primera vez en México, la propuesta metafísica de Fernando Biberbost

** La mente de Biderbost es un alarde de ingenio desparramado

**El pintor vasco intenta crear un espacio donde el pensamiento pueda expandirse, donde el encuentro con lo mágico sea posible, y que podrá ser captado en Casa Galería

México D.F. a de mayo de 2012.-Llega a México por primera vez, el pintor vasco Fernando Biderbost, quien presentará su trabajo en Casa Galería, espacio de arte multidisciplinario a cargo del artista plástico Gorka Larrañaga. Del 26 de mayo al 10 de junio, los espectadores mexicanos podrán conocer el trabajo de uno de los artistas más importantes de la pintura reciente en el País Vasco.

Fernando Biderbost, artista originario de Bilbao, llega a México D. F. de la mano de Gorka Larrañaga como parte del trabajo que se ha venido gestando en Casa Galería.

Biderbost, es un creador que, desde el sentimiento, la subjetividad de la repentización y las sensaciones del proceso, ha sabido acumular conocimiento. Un modo de vencer el paso del tiempo con el que desarrolla un personal universo abstracto…”, declaró Xabier Sáenz de Gorbea acerca del trabajo de Fernando Biderbost.

Fernando Biderbost nació en Bilbao en 1955, desde sus inicios con el grupo El Desván (en los 70) su trayectoria ha sido la que ha sido su vida, una expresión “especular y especulativa”; nunca podrá ser “espectacular” porque Biderbost ha optado por aquel tipo de arte que supone un acercamiento a la realidad compleja, a “su” realidad, un tipo de arte (de hacer) que se convierte en método de conocimiento.

La obra de Biderbost parece emprender una recuperación de los valores preceptivos de la figuración, por medios abstractos. Muchos de sus cuadros disponen algo parecido a figuras en algo parecido a un horizonte, sin que estén del todo ante ninguna de ambas cosas.

El artista niega al espectador los asideros que guiarían su lectura de un modo canónico y así alcanza a poner en crisis la percepción misma. Críticos y especialistas en arte como Jaime Cuenca, Edorta Kortadi, José Luis Merino, Alicia Fernández, Javier Urquijo, A. Rodriguez Bornaetxea, entre otros, coinciden en que el trabajo de Fernando Biderbost es sutil, evanescente, rico y sugerente, para el ojo y los sentidos.

Para el autor “El logro de un cuadro se produce, sobre todo, cuando es capaz de fabricar su propia atmósfera, lo que hace su unidad interna, que significa fabricar su independencia. Cortar los hilos que te unían a él mientras lo pintabas. Su automatismo. Pero resulta complejo saber cuando se produce”, destaca.

En su pintura utiliza las técnicas mixtas: el óleo y el gouache, el lápiz y el bolígrafo, la mancha y la pasta seca, todo en uno y al unísono, hasta lograr la sinfonía deseada,

Se trata de obras inscritas en reducidos formatos, donde la grafía se manifiesta con acuciosa gracilidad y certero tino. El segundo supuesto corresponde a los grandes formatos, cuya estructura es sumamente compleja.

Su carrera es una carrera autodidacta e independiente, que transcurre en solitario sorteando los obstáculos de su propio discurso, rico y abundante. Su trabajo se aísla de las corrientes de pensamiento imperantes en el arte actual y se convierte en la expresión personal de indefinidos impulsos interiores.

Lo conceptual, lo gestual y lo metafórico se entrecruzan en la pintura de Fernando Biderbost, sin concesión alguna al ilusionismo, a la arbitrariedad.

Afirmaciones del artista sobre México, sobre la pintura.

No sé si mis cuadros podrán producir sensaciones a los observadores mexicanos. Yo sí puedo adelantar que México siempre ha estado produciéndolas en mi, aún sin conocer éste país. Pero literatura, imágenes, fotografías, películas, arqueología, historia, leyendas y mitos… de éste pueblo, han rondado en mí desde niño. Una nación mágica; tal es la idea que está generalizada en mi país. Buñuel me acercó al alma y al enigma mexicano. André Breton y otros surrealistas consideraban México un país surrealista. Y los mexicanos pasan por coloristas, vitales y además miran a la muerte con naturalidad. Quizás sean tópicos, seguramente éste país es eso y millones de cosas más. Ahora tengo la ocasión de abrazar éste onírico territorio con el que empecé a soñar desde que Marlon Brando interpretó para el cine a Emiliano Zapata. La cultura Maya, Olmeca y otras, Juan Rulfo, Siqueiros, Diego Rivera, Frida Kahlo, Orozco, Tamayo, Leonora Carrington, Octavio Paz, Gerzso… demasiada potencia como para no recibir ecos e influencias del país Azteca.

Las reflexiones que vienen a continuación son, seleccionadas y resumidas, el producto de varias entrevistas por escrito que me hizo el crítico de arte y escritor Jose Luis Merino. Yo no soy dado a hablar ni a explicar. El me obligaba con sus preguntas y así me ha hecho escribir cosas que ni yo imaginaba que pensaba. Las he traído a México, con motivo de mi exposición en Casa Galería, a modo de presentación de mi obra:

– Todos los días salen las cosas mal. Es cuestión de rectificar. Es cuestión de enfangarse desde dentro hasta que se desarrolla la pintura en términos vamos a decir exactos. Exactos en cuanto que ves que el cuadro ya no tiene más camino. Ni más rectificación. En cuanto que el cuadro ha adquirido el carácter de autónomo.

– Las primeras pinceladas son los primeros machetazos para adentrarse en la selva; léase en la pintura. Esa selvaque es la percepción, la alucinación, los procesos psicológicos, la realidad mental… la pintura como una selva a la que no se trata de domesticar, sino de que podamos visualizarla. Que adquiera su propia libertad. Entendida ésta como su propia realidad.

– Se pinta para la pintura. Ese es el único observador al que hago caso. Y en toda la pintura universal hay como una trabazón, como una galaxia en la que entran desde las pinturas de Altamira, el Renacimiento italiano, el Barroco, el cubismo…

– Velázquez me enseña que es a través del aire, ese aire “real” y no ilustrativo, donde toda pintura, dibujo, mancha, etc. tiene cabida. Esta libertad también depende de otra enseñanza de Velázquez:  El distanciamiento hacia la obra. Sin el distanciamiento no habrá libertad, sino amarre y dependencia. Obsérvese cómo en Las Meninas el tema carece de importancia. Pero el “tema” evidente es el espacio aéreo. Y con eso ha pintado la “teología” de la pintura. En el aire, en la luz, y no en el color está el medio de transporte de la pintura. Su libertad y su autodeterminación. El color, para a ser efectivo, ha de volar y no hay vuelo sin aire. Velázquez enseña que no hay pintura sin atmósfera propia. Claro que también enseña que el color está al servicio de la luz y sobre todo enseña a ver y a mirar  la realidad. Velázquez te cuenta que el espacio de la pintura es la luz, no la tela sobre el bastidor.

– Con los colores me sucede que escasean. Es decir me parece que hay pocos. Pero en cambio de cada color existen casi infinitos resultados. Muchas variaciones, muchos matices. Esta es la acción de la luz.

– Una vez terminado un cuadro no me interesa mucho el proceso que ha llevado. Sólo el resultado me interesa. Porque durante su desarrollo, has experimentado muchas impotencias y fracasos. Porque pintar es fracasar. Y la sensación es de que el cuadro en un momento determinado te abandona. Ya no te pertenece.

– La mano y la cabeza caminan juntas. Pero muchas veces se separan. A veces ésto es bueno y otras es nefasto. Y aquí entra en juego el instinto. Es el aglutinador. Todo ésto produce sensibilidad. Algunas veces produce pintura.

– Trato de manejar los colores sin prejuicios. Y aquí dejo al instinto que haga la labor. Pero hay muchas cosas que no son controladas ni por el instinto, ni por el cerebro ni por nada. Está el hecho mecánico. El movimiento. El hombre está condicionado por múltiples factores. El color es uno de ellos. Pero muchas veces actúo como un vómito: Incontrolado. Después de vomitar tengo que coger los restos del vómito y comenzar un puzzle con ellos. La cabeza mete mano para convertir aquello en pintura.

– Los logros no son culminantes. Pues dejaría de pintar. Lo que sí hay es la sensación de no soltarla presa. Hasta que ésta se escapa. ¿Hacia donde? Hacia su propia realidad.

– La realidad es múltiple. La realidad plástica también. Quizás actúe como un director de orquesta. Aglutinando los colores, el dibujo y las formas a través de la luz. La cuestión es acertar en la luz que cada cuadro necesite. Siempre distinta e intransferible.

– En un momento dado el cuadro te abandona. Y ese desamparo te hace buscar el cobijo de otro cuadro.El inacabamiento va a producir más cuadros.

– Yo no creo en el tiempo. Eso es una convención. Sólo existe el movimiento. Entonces se puede apuntar al movimiento como el causante del caos pero también del orden. Jamás de la estabilidad.

– Todos los días escucho el sonido de los colores. A través de los dedos y de los ojos. Pero es inexplicable. El ojo escucha y los oídos miran. Pero ver…  sólo por los ojos.

– Se puede pintar lo que se desconoce. Del mismo modo que se puede ver lo que nunca se percibió: Forzando el instinto alucinatorio. Freud dejó escrito que “el pensamiento es el sustituto del deseo alucinatorio”.

– Mis dibujos son pintura. No diferencio. Me refiero a los dibujos que van dentro de una pintura.Los dibujos específicos dan una libertad inmediata y ágil. La pintura es una libertad pesada, lenta. Más potente.

– Los dibujos son conclusivos. Netos. No tienen por qué aspirar a algo que intentan precisamente eludir: La complejidad de lo plástico. El dibujo es directo y va directamente a la sensibilidad del ojo y de la imaginación. Produce imaginación.

– Yo nunca hago bocetos para mis cuadros. No uso dibujos para tramar un cuadro. Por eso no los considero conceptos que me valgan para pintar. Son independientes. Siempre están abiertos y jamás fijan el camino. Y ésto es así porque todas mis pinturas son improvisaciones. Improvisaciones que pueden durar tres meses, o tres días. Son improvisaciones lentas.

– Lo que queda grabado, pintado, etc. siempre es un hecho antinatura. Lo natural es moverse. De ahí que lo que logramos paralizar para siempre mediante el arte  tenga algo de mágico.

– Cada cuadro, cada dibujo siempre está abierto a muchas posibilidades. El pintor ha de estar muy atento a lo que sucede con su obra. Para captar cualquier resquicio de posibilidad. Porque los dibujos y las pinturas son posibilidades que fabrican más posibilidades.

– Mis dibujos casi siempre son automáticos. Cuando no lo son, acaban automáticos. Aquí no tengo elección. El dibujo es una fuerza que no puedo controlar. Creo que mis dibujos son pura imaginación. Sin intermediarios.

– El dibujo es el pájaro que deja el suelo. Pero para estar con las nubes necesitas el artificio de un avión y aún el de un cohete para llegar a la luna.

– El artificio es el camino. No me gusta pensar que el arte y la naturaleza van de la mano. Si no se parte de la realidad del arte como artificio estamos avanzando por un camino yermo.

– El dibujo sería las patas del pájaro. La pintura, sus alas. Ningún pájaro sobreviviría sin alguna de estas dos herramientas. Con una corre y con la otra vuela.

– Creo que hay que estar en medio de la tormenta. Tal que un buceador ha de estar en medio del mar. Pero lo más adecuado es trabajar desde varios puntos de vista. Ahí hay una clave de acercamiento a la realidad.

– El artista y las cosas desaparecen en cuanto hace acto de presencia la pintura.

– Cada obra absorbe la vida, la experiencia del pintor. Pero la finalidad de la obra no debe versar  sobre  la vida del pintor si queremos que la obra sea autónoma, cual es mi propósito. A la pintura no le sobra el “yo” del pintor, pero sí que el fin de la obra sea la expresión consciente de éste.

– Hago arte para que la pintura se escape pues en ese escapar el universo se está expandiendo. Y al fin y al cabo el cerebro del hombre es el universo en expansión. Así mismo las hojas del árbol estiran a la tierra para que ésta perciba la luz del sol profundamente.

– La belleza es una revelación psíquica. Cuando la revelación es colectiva, pertenece al ámbito cultural y costumbrista, aceptada. En cambio, son acciones individuales las que hacen girar los cánones de belleza. De todos modos la belleza se me antoja un concepto ornamental, limitado. Todo es bello. Nada es bello. La basura es bella. El abismo es una fuente de conocimiento. ¿Es bello el conocimiento?.

– El arte está en el tiempo. En su tiempo. Pero los grandes cuadros siguen pesando con una potencia plástica casi misteriosa. “Las Meninas”, “Las señoritas de Avignon” o “El grito”, son tres ejemplos. Goya, Klee, Óscar Domínguez, El Bosco, De Kooning, Chardin, Rothko, Wols, Tatlin, Oteiza… son cuchillos que atraviesan el tiempo.

– La alta cotización es la cabeza visible del mundo del arte. El mundo es jerárquico a imagen y semejanza del Vaticano.

– Lo genuino es el pájaro. A éste ¿Qué le importa el arte? Es al arte al que le importa el pájaro.

– Lo que yo pretendo no es expresar sensaciones. Lo que deseo es producirlas. Para lo cual es conveniente huir de uno mismo.

– El arte siempre tiene algo de turbador. Pero explicar lo que significa para uno es un imposible. La pintura no tiene una tensión literaria. Es decir, transcribirlo a palabras es el fracaso.

– El arte graba una porción muy pequeña de tiempo y lo convierte en intensidad. Con lo cual, la intensidad de una obra de arte depende de las sucesivas miradas de los observadores temporales en cada momento.

– La pintura es sobre todo ver y mirar. No importa las cosas que veas. Lo que importa es mirarlas. Con un ojo telescópico y con otro microscópico a la vez.

– No existe la esencia. Ni a la naturaleza ni al hombre le corresponde ser esencial. Es un concepto. Como el de caos para denominar un orden que no nos interesa . La esencia, el éter, lo sublime, no está en nuestras manos. Sólo en nuestra intuición. En nuestra imaginación.

– Coloco los colores de forma muy instintiva. Muy familiarmente. Ni siquiera pongo nombre a los colores. Tengo con ellos una relación exclusivamente visual e inmediata.

Fernando Biderbost – Bilbao, Mayo de 2012

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