La directora Amparo Climent filma con Marisa Paredes el horror y el sufrimiento de la guerra en ‘Las cartas perdidas’

El País /Juan Cruz /02-10-2020

Marisa Paredes, en el rodaje de ‘Las cartas perdidas’, en Madrid, el 22 de septiembre.SERGIO R MORENO / GTRES

 

Marisa Paredes toma asiento en la silla más antigua del Gijón. Al fondo un joven toca al piano música clásica. Cuando suben las notas en el viejo café vacío, ella exclama algo que dice en la película que rueda estos días: “Qué bien que somos mujeres, miedo no tenemos”. La escucha, con los ojos acuosos, la directora del filme, la también actriz Amparo Climent. Enfrente de Marisa, con la mascarilla que le deja al descubierto el asombro de sus ojos, el dramaturgo Lluis Pasqual. La música suena, y la actriz eleva el grito que la convierte en Clara, una de las mujeres que protagonizan Las cartas perdidas, la película en curso. “No desesperéis, compañeras, mientras haya una mujer viva la guerra no estará perdida, y ellos no podrán borrar los colores de nuestras casas, ni las miradas de nuestros amores, ni los olores de nuestros hijos… Que mi nombre no se borre de la historia”. La música acaba cuando termina el recitado de esta mujer de blanco, que le pide perdón al pianista por tener su sonido de fondo.

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