Por: Lourdes Pastor

El antecedente obligado al hablar de la Segunda República Española es mencionar la Primera República, que fue un régimen político proclamado por las Cortes el 11 de febrero de 1873, a raíz de la abdicación del rey Amadeo de Saboya, duró hasta el 29 de diciembre de 1874, fecha en que se restaura la monarquía borbónica.

Más de sesenta años después España optó nuevamente por el régimen republicano. Las circunstancias inmediatamente anteriores son: la dictadura del general Miguel Primo de Rivera quien orquestó un golpe de estado en septiembre de 1923 para gobernar como dictador, con la anuencia del rey Alfonso XIII. Su periodo tuvo algunos logros en lo político y lo económico, pero, al perder el favor del monarca y del ejército dimitió en enero de 1930. Se exilió en París en donde murió poco después de su dimisión y exilio.

El rey intentó mantener su poder mediante un modelo constitucional y parlamentario para lo cual nombró presidente del gobierno al general Dámaso Berenguer, quien no lo pudo realizar y después de otro intento por mantener el poder, repartió el gobierno entre fuerzas liberales y conservadoras. Se hizo inminente convocar a elecciones por lo que el gobierno propuso un calendario electoral para celebrar elecciones municipales el 12 de abril de 1931 y a elecciones a Cortes con carácter constituyente. El triunfo republicano se dio con amplia ventaja en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos y en Barcelona los cuadruplicaban. Así el 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República española ganada por la Coalición Republicana – socialista presidida por Manuel Azaña quien proponía realizar reformas que modernizaran el país.

A las diez y media de la mañana del lunes 13 de abril, el presidente del Consejo de Ministros mencionó que España se había acostado monárquica y se había despertado republicana.

“Estoy en Segovia desde el sábado por la noche. Aquí he transcurrido el día de elecciones con perfecta calma, sin la menor alteración de la paz provinciana y dominguera, que casi tenía yo olvidadas” […] “Algo me preocupan también las noticias que aquí circulan sobre la agitación política”. (Carta 30)[1]

Al día siguiente escribe a su “diosa”: “Recibí tu carta, diosa mía, el miércoles a mi vuelta de Segovia, después de tres días de trajín e insomnio por los sucesos políticos. Fuimos unos cuantos republicanos platónicos los encargados de mantener el orden y ejercer el gobierno interno de la ciudad” (Carta 31, p. 251)

Sesé[2] puntualiza que “Machado participó también – con los ojos húmedos, según un testigo – en las ceremonias de la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 en Segovia.”

A noventa años de los memorables acontecimientos que auguraban tiempos de prosperidad y democracia para España, desde México, igual que entonces el presidente Lázaro Cárdenas, reconocemos el valor de ese especial momento de la historia del siglo XX, cuyos valores están alcanzando vigencia en la España del siglo XXI.

 

 

[1] Antonio Machado (1994) Cartas a Pilar. Edición y prólogo de Giancarlo Depretis, Madrid. Anaya & Mario Muchnik. Pp. 249 – 251.

[2] Bernard Sesé (1980) Antonio Machado (1875 – 1936 (sic) El hombre. El poeta. El pensador. Prólogo de Jorge Guillén. Madrid. Gredos. p. 454.