DE IZQUIERDA A DERECHA: Almudena de la Iglesia Talayero (en representación de Ernesto Casanova Caloto, presidente del Ateneo), Fernando Serrano Migallón, miembro del Patronato del Ateneo, Fernando Rodríguez Miaja, socio centenario del Ateneo y José María Espinasa, director del Museo de la Ciudad.

Palabras de Ernesto Casanova Caloto, presidente del Ateneo Español de México, leídas en la conferencia del jueves 23 de agosto.

Queridos amigos y amigas,

Hoy nos reunimos a celebrar a una institución que está a punto de cumplir 70 años, tiempo en el cual ha logrado trascender como una de las instituciones culturales de mayor prestigio e importancia en México, y como punto de referencia obligado para quienes desean adentrarse en el conocimiento del exilio español en nuestro país.

Hoy honramos y celebramos a las mujeres y hombres que, arrojados a costas americanas por la Guerra Civil y el Exilio Republicano Español, buscaron la manera de habitar la nueva patria, esa que les había acogido generosamente, y donde estrecharon lazos cada vez más profundos con sus contrapartes mexicanas. Celebramos también la inteligencia del Gobierno Mexicano, que supo abrigar a estos refugiados y otorgarles una oportunidad para aportar sus saberes a la cultura y la educación nacionales. Gracias a ellos, surgieron instituciones, empresas y proyectos que fueron echando raíces en esta tierra, algunas más profundas y duraderas que otras, pero en todo caso construyendo una cultura hispanomexicana, sin la cual no se comprende la historia nacional del siglo XX y, por ende, nuestra actualidad.

Entre estas instituciones, el cuatro de enero de 1949 se daba por creado el Ateneo Español de México. El 16 de marzo de aquel año se realizó el primer acto público, presidido por la primera Mesa Directiva, entonces encabezada por el doctor Joaquín D’Harcourt. No es casualidad que nuestro primer presidente fuera un médico, en vista de que uno de los antecedentes inmediatos del Ateneo Español de México fue el Ateneo Ramón y Cajal, fundado por los médicos que vinieron como refugiados, como una forma de reagruparse y aportar en la medida de sus posibilidades sus conocimientos a la nueva realidad que las circunstancias imponían.

Desde su inicio, el Ateneo Español de México tuvo la función de promover la cultura de la República Española y ser un lugar donde la memoria pudiera ser celebrada, conmemorada y vivificada, a través de los numerosos actos en los que han estado presentes innumerables intelectuales, artistas y profesionistas mexicanos y de otras nacionalidades. El Ateneo se ha caracterizado siempre por su régimen de “tribuna libre y puerta abierta”, lo que nos ha garantizado tener aliados de todas las filiaciones que comparten el interés común de mantener viva la memoria histórica del Exilio Republicano Español y su importante legado en México.

En la actualidad, gracias al apoyo que nos brindan nuestros asociados, tanto individuales, como institucionales y benefactores, así como gracias al apoyo de los Gobiernos de México y España, seguimos cumpliendo con esta función, adaptándonos a las condiciones y medios que la realidad actual nos impone, sin perder nuestros principios, buscando convocar a los herederos del legado del Exilio Republicano Español en México que, si lo pensamos bien, somos los mexicanos, españoles y personas de otras nacionalidades que se han nutrido de las aportaciones que los refugiados hicieron en todos los campos del conocimiento y la cultura. Cabe destacar que, en años recientes, además del carácter cultural de nuestras actividades, hemos ampliado nuestro objeto social hacia proyectos educativos y de capacitación, gracias a lo cual hemos podido implementar una serie de acciones que van desde la organización de cursos y talleres, hasta la publicación de libros, actualización de nuestras plataformas virtuales, producción de videos, restauración de documentos de nuestro importante y único acervo resguardado en la Biblioteca, el Archivo y la Colección plástica, entre muchas otras más.

Sabemos que no es sencillo continuar con la inmensa labor de nuestros antecesores, pero sé que esta institución vivirá por muchos años más, porque estoy seguro de que lograremos hacer frente a los retos que se nos presenten para mantener viva la memoria común de nuestros pueblos y seguir contribuyendo al porvenir de la educación y la cultura para las nuevas generaciones.

¡Larga vida al Ateneo!

Gracias.