Hoy, jueves 10 de mayo de 2018, conmemoramos el centenario de la fundación del Instituto-Escuela de Madrid, organismo que promovió de manera destacada y con metodologías innovadoras el desarrollo educativo español desde 1918 hasta que desapareció tras la Guerra Civil.

Las raíces del Instituto-Escuela se remontan a la gran obra pedagógica de Francisco Giner de los Ríos: la Institución Libre de Enseñanza (ILE), la cual se definía como “completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político; proclamando tan sólo el principio de la libertad e inviolabilidad de la ciencia y de la consiguiente independencia de su indagación y exposición, respecto de cualquiera otra autoridad que la de la propia conciencia del profesor, único responsable de sus doctrinas”[1].

Durante medio siglo, (1876-1936) numerosos profesores enseñaron en esta institución: Manuel Bartolomé Cossío —quien sucedió a Giner de los Ríos al frente de la ILE—,​ Ricardo RubioPedro Blanco SuárezÁngel do RegoJosé Ontañón AriasPedro Jiménez-Landi, entre muchos otros que la convirtieron en el principal centro de enseñanza en España y en cauce para la introducción de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.

En 1907 se creó la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), que formaba parte del entonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de España, y cuyo objetivo era promover la educación y la investigación científica. Con la herencia de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, la JAE dio un enorme impulso al desarrollo científico y cultural de la España de aquella época, bajo el liderazgo de Santiago Ramón y Cajal.

Un 10 de mayo de 1918, se publicaron los estatutos fundacionales del Instituto-Escuela “con el carácter de ensayo pedagógico, a fin de experimentar nuevos métodos de educación y sistemas prácticos para la formación del personal docente”[2]. Este proyecto, regido por distintos miembros de la JAE, entre ellos Ignacio Bolívar, María de Maeztu, Ramón Menéndez Pidal, Blas Cabrera y el propio José Ortega y Gasset, entre otros, incorporaba las pedagogías más avanzadas de la época; en particular, los principios fundamentales de la ILE: libertad de cátedra, educación laica y científica, y una metodología de enseñanza que trataba de “evitar que los alumnos mejores se crean dispensados de mayor esfuerzo y los menos dotados se desalienten”[3], promoviendo el desarrollo de todos los estudiantes por igual.

En ese sentido, el espíritu del Instituto-Escuela consistía en “la subordinación de todos al éxito de la obra educadora, la conciencia de los defectos, la inquietud por remediarlos, la disposición favorable al ensayo y a la reforma, el deseo de inspección y colaboración […] y la atención especial prestada a las observaciones de las familias”[4], destacando el papel activo de los propios alumnos en su educación en un diálogo permanente con los profesores.

Lamentablemente, tras la Guerra Civil y la imposición de la dictadura, toda esta obra pedagógica fue suprimida, mientras que muchos de sus protagonistas tuvieron que optar por el exilio a diversos países, entre ellos, México. En nuestro país, fue posible apreciar la huella educativa del colectivo de exiliados en todas las instituciones donde fueron recibidos, así como en la fundación de escuelas como el Colegio Madrid, el Instituto Luis Vives o el propio Instituto Escuela del Sur, las cuales perduran hasta nuestros días y mantienen vivo el espíritu de libertad y amor por el conocimiento que le dio vida al Instituto-Escuela hace ya cien años.

[1] Estatutos Fundacionales de la Institución Libre de Enseñanza, art. 15 en: La Institución Libre de Enseñanza. Antonio Jiménez-Landi Martínez, Editorial Taurus, Madrid, 1973, págs. 703-709

[2] “Un ensayo pedagógico. El Instituto-Escuela de Segunda Enseñanza de Madrid (Organización, Métodos, Resultados)”, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), 1925.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem.

Edificio del Instituto-Escuela en la Colonia del Viento, Madrid.
Cabe destacar que el Ayuntamiento de Madrid está cambiando los nombres de algunas calles que hacían referencia al franquismo. En ese contexto, una avenida ha recibido el nombre de Institución Libre de Enseñanza, en justa conmemoración de su importante legado pedagógico.