En Febrero de 1939, poco antes de la caída de Madrid en manos de los fascistas, un grupo de combatientes republicanos, sobrevivientes de la Brigada Mixta No 143, en su camino al exilio buscando refugio al otro lado de la frontera con Francia, recorría el campo de concentración de “Bourg Madame”. Marchaban en silencio hasta que vieron, detrás de la frontera que dejaban atrás, a los franquistas vigilándoles. Justo en ese momento, entre estos excombatientes, comenzó a alzarse un canto cada vez más fuerte y de manera improvisada, pues la letra parece haber sido creada justo en ese mismo momento, mientras que la música es la de “Konarmieiskaia” (La armada a caballo), de Dan y Dim Pokrass. Uno de aquellos supervivientes así se lo contó, años más tarde, a los periodistas italianos Sergio Liberovici y Michele Straniero, que así lo recogieron en su Cantos de la Nueva Resistencia Española.

Canción de Bourg Madame

Españoles, salís de vuestra patria

después de haber luchado contra la invasión

caminando por tierras extranjeras

mirando hacia la estrella de la liberación.

Camaradas caídos en la lucha

que disteis vuestra sangre por la libertad

os juramos volver a

nuestra España para vengar la afrenta de la humanidad.

A ti Franco traidor vil asesino

de mujeres y niños del pueblo español

tú que abriste las puertas al fascismo

tendrás eternamente nuestra maldición.

Medio pan y un libro

El 19 de mayo de 1929, en un banquete ofrecido por sus paisanos fuenterinos con motivo del exitoso

estreno en Granada de Mariana Pineda, Federico García Lorca lanzó la propuesta de crear en Fuente Vaqueros una biblioteca popular; Rafael Sánchez, panadero, organizador del acto, recogió está iniciativa ofreciendo trescientos volúmenes de su propiedad.

Poco después, el 30 de mayo, la propuesta sugerida por el poeta sería llevada al Ayuntamiento para su aprobación, siendo Federico el encargado de inaugurar oficialmente la biblioteca pública en septiembre de 1931, durante la feria del pueblo.

En el acto de inauguración, el poeta leería una hermosa y elogiosa alocución a su pueblo natal, con gran acento didáctico, enalteciendo el valor del libro, la lectura y la cultura; Asimismo donaría los libros que había escrito junto a los de sus amigos, además de pedirles más volúmenes a la Residencia de Estudiantes de Madrid y a la Editorial Ulises.

La guerra cercenó el proyecto y sería ya en tiempos democráticos cuando, en enero de 1988, se volvieran a abrir las puertas de una nueva biblioteca situada en la planta baja del edificio del Ayuntamiento.

Así que hay que leerla y siempre recordarla:

“Medio pan y un libro”


Alocución de Federico García Lorca 
al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es

de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: “Amor, Amor”, y que deberían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, (padre de la revolución rusa mucho más que Lenin), estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía:

“¡Envíenme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”.

Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más importantes de Europa, que el lema de la República debe ser:”Cultura”, porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en los que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz…

Federico García Lorca

La memoria es proyecto de futuro, de futuro republicano

José Luis Pitarch

Somos jacobinos, no girondinos. Por ello somos republicanos. Tenemos sangre jacobina cual el modesto y preclaro don Antonio Machado. Y sabemos que la III República Española será definitiva, enterrando para siempre la monarquía en España, como hiciera la III República Francesa. No pretendemos cortar la cabeza a nuestro “Luis-16” Borbón. Sólo rescatar siglos. Eso significa en este país la República. Por eso la fusilaron dos veces, pese a que había llegado sin una gota de sangre, entre el alborozo y entusiasmo del pueblo.

Hemos memorado hace poco el aniversario del 14 de Abril de 1931. El octogésimo, con el nervio de las fechas que historian y numeran décadas. Nada menos que ya ocho, desde aquella alborada en que la Cultura, la Moral y la Política, aliadas al Derecho, parieron por segunda vez en nuestro país el único sistema compatible en plenitud e integridad con la Democracia: ese sistema de doctrina y práctica al que llamamos República.

Nadie con honradez intelectual y aptitud de discernimiento puede ignorar que el fin natural de una sociedad democrática es la República. Diferente y funesto asunto es que la coalición bastarda de epulones reaccionarios, eclesiásticos infieles a su evangelio, militares corrompidos por el miedo al pueblo o adoctrinados en el fascismo, linajudos terratenientes -–y véase que no hablamos de “todos” los ricos, religiosos, mílites o propietarios, sino de numerosa parte de los mismos–, diferente cuestión es, decimos, que dicho contubernio haya logrado en el siglo XIX y en el XX reponer en el trono una y otra vez a los Borbones tras traicionar y linchar a la I y la II Repúblicas. Mas esa infausta realidad sólo prueba la inmadurez histórica y política de España, con la voluntad popular aherrojada por tal alianza de poderes bastardos.

En un tiempo en que las monarquías semejan una especie en extinción (sucesivamente, va habiendo una menos, nunca una más), nuestro país se constituye en excepción mundial, pues ya han arribado cuatro veces dichos Borbones, tres de ellas como resultado de feroces guerras civiles y/o golpes militares, otra tras el sainete de abdicaciones de Carlos IV y su abyecto hijo Fernando VII, aquellos cobardones (“león en casa, liebre en la plaza”) que cedieron la Corona de España al Emperador de Francia.

La presente monarquía que soportamos constituye, por otra parte, auténtico esperpento. Pues su insana “legitimidad” originaria deriva del dedo del dictador que logró serlo gracias a Hitler y Mussolini, conculcando incluso las reglas de la dinastía y colocando a un monarca, Juan Carlos, a cambio de que obedeciese mansamente a dicho dictador, traicionando a su propio padre y jurando solemnemente los “principios” fascistas del llamado “movimiento nacional”. Aunque, como Groucho Marx, luego dijera: “éstos son mis principios; pero, si me conviene, tengo otros”.

Toca aquí poner en su sitio la media verdad (con frecuencia “la mayor mentira es la mitad de la verdad”) de que los españoles votaron sí a Juan Carlos en el referéndum de 6 de diciembre de 1978 que dio vía a la Constitución de 27 del mismo mes, entrada en vigor dos días después. Pues la automitificada “transición” fue en realidad “transacción”, con una serie de trágalas impuestas en tal Constitución por los francofascistas (si no, no dejaban paso, no permitían la democracia, y ahí estaba el Ejército de Franco vigilando y amenazante lustros después de morir dicho césar marroquí). Y para imponer las trágalas y guetos –entre los que destaca la ignominiosa no rehabilitación de los últimos soldados de la República, los guerrilleros antifascistas o “maquis”, héroes en toda Europa menos acá– estaban “padres” de dicha Ley Máxima como Fraga. Que en toda Europa, del Este y del Oeste, excepto aquí, hubiera sido juzgado como criminal tipo Pierre Laval o Philippe Pétain, o tipo Von Ribbentrop, Frick o Speer. Mas acá es Presidente de un partido como el PP. La cabra tira al monte.

La monarquía hereditaria, en fin, transgrede la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ninguna desigualdad “al nacer”, Artículo 1o; y ello “sin distinción de ninguna índole, ni por origen ni por nacimiento”, Artículo 2o). También transgrede el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ídem, Artículos 2 y 25); y el propio Artículo 14 de la actual Constitución Española (ídem, igualdad jurídica sin discriminación, recogido también en el Artículo 7 de la citada Declaración Universal de DHs). Conculca incluso el Artículo 1 de la Constitución (la igualdad como “valor superior” de nuestro ordenamiento jurídico), el 9 (la igualdad ha de ser “real y efectiva”) y el 23 (“derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos”).

Por todo esto, por la dignidad colectiva, porque ser republicano es simplemente ser demócrata, porque el Rey nunca habla de la corrupción y el enriquecimiento sospechosamente rápido, porque creemos en la libertad, igualdad y fraternidad humana, porque República significa Regeneración y Cultura en su mejor sentido, significa ciudadanos informados, críticos y activos que exijan una Democracia sin “atados y bien atados”, laica y sin privilegios para ninguna religión, social como aquella “República de trabajadores” de 1931, decimos con el gran Pedro Garfias: Por lo noble, por la paz, por la justicia, por el trabajo, por la libre República del pueblo, ¡peleamos, peleamos!

Por todo ello, en fin, reclamamos –como en Italia y Grecia tras sus dictaduras fascistas– un referéndum monarquía/república. España está y estará en interinidad mientras no haya tal referéndum, sin el cual un eventual Felipe VI sería sencillamente ilegítimo. La República dos veces llegó democráticamente y sin gota de sangre. Ésta sí la vertieron quienes la acuchillaron. Mas decía Emilio Castelar que la República la trae una conjura de la Sociedad, la Naturaleza y la Historia. Cabe añadir que los humanos amamos lo que necesitamos. Por eso amamos la República.

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José Luis Pitarch, es Presidente estatal de Unidad Cívica por la República Artículo también publicado en Nuestra Bandera primer trimestre de 2011.

 

Un nieto e hijo de exiliados criado en México Premio Príncipe de Asturias 2011.

Arturo Álvarez-Buylla:

«Mi padre, en el exilio me aconsejó que me alejara del peligro de la política»

ENTREVISTA: Neurocirujano e investigador. Hijo de exiliados asturianos, focalizó su vocación de servicio en la ciencias

Pasó la mañana recorriendo Picos de Europa, redescubriendo la tierra de su padre a la que siempre se ha sentido íntimamente ligado, en compañía de su madre y de su hermana. Y esa emoción especial que siente le quiebra la voz cuando habla de temas personales. De su abuelo muerto, del exilio. En cambio, recupera toda la firmeza al hablar de la ciencia, el campo que su padre le mostró porque era mucho más seguro que el de la política, pero igual de útil y vocacional. Su campo de estudio es la neurogénesis, la capacidad del ser humano de producir células del sistema nervioso central.

¿Qué supone para un asturiano, hijo de exiliados, recibir el premio Príncipe de Asturias en Oviedo?

Es algo muy emocionante, que me conecta con mi infancia, con mi padre y con mi familia. Hoy todavía venía en el coche con mi madre y mi hermana y veníamos recordando historias de Asturias.

¿Ser hijo de una familia asturiana de exiliados, que pasó por la URSS y terminó en México y con un abuelo fusilado durante la guerra forja un carácter especial?

Todo eso forjó a mi padre que pasó etapas muy difíciles. Mi vida ha sido un lujo comparada con la suya. A mí me forjó mucho hablar con él de esas experiencias. Para mi padre la política siempre fue un área muy peligrosa y no del todo satisfactoria y su consejo fue siempre que me mantuviese al margen de la política, porque su padre había muerto por esta causa. Él siempre se alejó de la política y pensó que como podía ser un ser humano útil era dedicándose a la investigación y aportar conocimiento.

¿Esa otra forma de servicio?

Creo que sufrió mucho. Las historias que nos contó de niño era conmovedoras, cuando se graduó como médico, cómo se acordaba de su padre, de las últimas palabras que pronunció cuando le fusilaron. Se le ponía la piel de gallina y aún hoy se me pone a mí.

¿Está al tanto de la Ley de la Memoria Histórica, de los proyectos por recuperar la memoria de las víctimas? ¿Cree que es importante?

Conozco poco de la historia de mi abuelo. Parte de lo que sé es por mi padre y por mi abuela. Tuvimos unas entrevista con un piloto de Iberia que estaba intentando de escribir un libro y recuperar la aportación a la aviación civil que mi abuelo y la gente de su época habían tenido. Mi abuelo estuvo a cargo de Barajas y su pasión era la ingeniería aeronáutica. Pero me da tristeza porque fui al museo aeronáutico a Madrid y la memoria de todos esos españoles no está casi presente. Vi un avión que había volado mi padre, que se entrenó como piloto de caza en la URSS, con 18 años. Mi padre no murió pero otros muchos, sí. Mi padre, por fortuna, estudió medicina y se convirtió en científico. Su idealismo lo vertía en la educación. Así llegaron muchos españoles a México, gentes extraordinarias con dedicación a la cultura y a la educación. Ver a esas figuras sí forja.

¿Le han transmitido esa amor por Asturias que los emigrantes presumen de transmitir a sus hijos?

Muchísimo. En casa en Navidades había muchos recuerdos de Asturias. Y yo iba al Club Asturias, con muchos socios de origen asturiano, en el que hacíamos deporte y había un hórreo y hacían comidas asturianas. Y tenía mucho contacto con gente.

Cuándo habla de ciencia habla de emoción y de curiosidad.

Hay muchas formas de ser científico y cada uno tiene diferentes motivaciones e intereses. Mi motivación viene en gran parte de mi padre y tiene que ver con la emoción por el descubrimiento.

¿Cuáles son los últimos avances en el terreno de la neurogénesis?

Este mismo mes hemos publicado un artículo en la revista Nature , en el que contamos el proceso de neurogénesis en niños muy jovencitos y vemos que decrece muy rápidamente en el primer año de vida. Pero lo importante es que hemos encontrado un camino nuevo migratorio de células del sistema nervioso, también en bebés de menos de seis meses, entre la zona germinal y hasta la corteza. Es algo intrigante que en humanos suceda esto.

¿Qué puede implicar este hallazgo?

Para mucha gente las implicaciones de la ciencia son sólo sus aplicaciones directa, el beneficio que tienen, si puede curar una enfermedad o conseguir un avance tecnológico. Pero esto que nosotros estudiamos es lo que pasa en las etapas iniciales del desarrollo humano. Es importante para conocer y entender nuestro crecimiento en general. Es ciencia básica, generar conocimiento. Después se podrá ir aplicando. Es posible que haya enfermedades relacionadas con estas interneuronas que puedan llegar a curarse.

¿Puede, entonces, que la clave para curar esas enfermedades neuronales degenerativas esté dentro del propio cerebro?

En parte sí, por que lo que miramos es cómo prevenir, buscamos la causa de que mueran esas células que están en el cerebro. Pero es muy prematuro pensar que el germen que ayudará a regenerar esas células que mueren esté dentro del cerebro, que alguien pueda volver a generar las células que se desarrollaron cuando era un embrión.

¿Podemos establecer que la neurogénesis en adultos puede ser la clave para la curación de enfermedades neurodegenerativas?

Lo importante es que la neurogénesis puede suceder en adultos. Estuvimos un siglo pensando que no podía suceder. Pero hay células madre que puede migrar y si se puede inducir un circuito, se las puede dirigir para corregir algún problema Es lo que todos los que trabajamos con el sistema nervioso soñamos. Sabemos que existe nuevos caminos para reemplazar células, pero llevará años conseguir algo concreto, porque sólo probar un medicamento lleva un proceso muy largo. Trabajamos por la terapia celular, utilizar los mecanismos de nuestro desarrollo y aprovecharlo para que hagan cosas positivas en los pacientes. Esa es una nueva frontera de la investigación.

También está la frontera ética.

Siempre existe esa frontera. El trabajo que hacemos con células madre embrionarias es producir neuronas pero no para un sistema embrionario completo. Aún así, nos preocupa. En mi universidad hay un comité, del que formo parte, en el que revisamos protocolos de cada investigación con células madre.

A pesar de que su trabajo es investigación básica, reciben llamadas de pacientes que buscan una última alternativa para curar su enfermedad. ¿No produce eso congoja?

Lo que perturba realmente es la magnitud del problema, la gran cantidad de gente que sufre enfermedades neurodegenerativas. Lo peor es cuando recibes un correo de un niño. Los recibo yo y todo el equipo de la Universidad. Pero el sistema nervioso es un reto gigantesco que va a llevar muchas generaciones desentrañar.

“Sois historia, sois leyenda…”

Cuatro supervivientes relatan, en el 75 aniversario de la creación de las Brigadas Internacionales, su derrota en la Guerra Civil y la revancha en la II Guerra Mundial

NATALIA JUNQUERA – Madrid – 24/10/2011
Tenían menos de 20 años cuando dejaron su país y su familia para venir a jugarse la vida en España, a defender un Gobierno que no era el suyo pero cuyos ideales compartían: la República. En su día, llegaron a ser 35,000 -entre ellos, escritores como George Orwell y políticos como Willy Brandt-, procedentes de 55 países. Cerca de 9,000 murieron o cayeron prisioneros. Hoy quedan pocos vivos, pero cuatro de ellos han venido a España para participar en las jornadas-homenaje que ha organizado la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales en el 75 aniversario de su creación por decreto, firmado por el entonces presidente de la República, Francisco Largo Caballero. EL PAÍS ha hablado con ellos, supervivientes de la Guerra Civil, de la segunda Guerra Mundial y del paso del tiempo.

“Yo tenía 17 años y pensé que tenía que hacer algo. No quería quedarme parado mientras veía al fascismo ganar en España. El día que cumplí los 18 me fui. No le dije nada a mi madre, porque nunca me hubiese dejado, y tuve muchos remordimientos por lo mal que lo pasó, aunque después decía que estaba muy orgullosa y me convertí en su favorito. Y éramos ocho hermanos”, relata David Lomon, británico, a un mes de cumplir los 93 años. “Pero no me arrepiento de haber venido a defender a aquel Gobierno democráticamente elegido. Lo volvería a hacer mil veces”.

Lomon vino pensando que ganarían. “Éramos los buenos”, dice con una sonrisa. No tardó en darse cuenta de que no iba a ser tan fácil. “Cuando llegué a España no conocía la magnitud del apoyo que los italianos y alemanes estaban dando a Franco. No esperaba eso. Tampoco esperaba que estaríamos tan solos. A los republicanos no les apoyaba nadie, solo voluntarios”.

A Lomon le indignó oír que “comunistas y anarquistas estaban combatiendo entre ellos durante la guerra”, pero cuando realmente se dio cuenta de la debilidad de su bando fue durante el breve entrenamiento que realizó antes de incoporarse al frente. “Fue terrible. De armas, teníamos las sobras de los rusos y de la I Guerra Mundial. Se atascaban. Eran muy delicadas. No les sentaba bien ni el calor, ni el frío”. No ha olvidado el día que le pusieron delante la ametralladora Maxim. “Nunca había visto un arma hasta entonces”.

Lo mejor de su paso por España fue conocer a los republicanos, cuenta. “Me fascinó ver a gente tan pobre y a la vez tan orgullosa”. Se echó una novia española durante la guerra, pero duró poco. “Recuerdo que un día, la invité al cine, ¡y se plantó allí con toda su familia!”, ríe a carcajadas.

No llegó a participar en grandes combates – “solo escaramuzas”- pero estuvo a punto de morir. Una bomba le dejó inconsciente durante no sabe cuánto tiempo. Cuando se despertó estaba en un campo de prisioneros. “Me habían capturado los italianos. Casi todos éramos extranjeros. De hecho, mientras estuve allí, la Gestapo vino a ver qué alemanes apoyaban a los españoles. Fue algo espantoso. Cuando te meten en un sitio así es como si te apartaran del mundo. Salí libre en un intercambio de prisioneros: me cambiaron por algún italiano”.

Durante la entrevista, enseña orgulloso el pasaporte español que ha obtenido gracias a la ley de memoria histórica, que concedió la nacionalidad española a los brigadistas internacionales. Perder la guerra en España fue “un golpe muy duro”, pero asegura que le sirvió de “inspiración” para, al regresar al Reino Unido, ingresar en el Ejército, “para luchar después contra Hitler. Esa guerra sí la ganamos”.

El estonio Erik Ellmann, de 92 años, parecía incómodo con los aplausos que recibió en el homenaje. “No los merezco. Yo era un niño. Tenía 19 años y solo participé en el final de la guerra. Hice lo mejor que pude con el arma que me dieron: una de 1896”, dijo.

Hijo de un matrimonio pobre, Ellman recuerda que el Gobierno de su país “hizo una ley por la que castigaba a 10 años de trabajos forzosos a quienes ayudaran a los españoles”. Decidió arriesgarse. “Mis ideales y los de mis padres eran los mismos que los de la República”. Estuvo en la batalla del Ebro y guarda un enorme remordimiento. “Íbamos de avanzadilla y teníamos que avisar si veíamos avanzar a los franquistas. Nos fuimos a descansar y avanzaron. No sabemos qué pasó con los que venían detrás de nosotros”.

Los hermanos José Eduardo y Vicente Almudéver Mateu, de 92 y 94 años respectivamente, nacidos en Francia pero de padres españoles, tampoco han olvidado. “¡Fuimos al frente sin balas!”, asegura José. “A cinco kilómetros había una columna del PCE y me dieron cinco. Después el coronel nos dio otras cinco. ¡Diez balas para una guerra!”. El 25 de mayo de 1938, cayó herido en combate. “Al darme el alta, me mandaron a casa, pero volví. Terminé en el puerto de Alicante. Fue terrible lo que pasó allí”.

En aquel puerto, 20.000 republicanos, ya perdedores de la Guerra Civil, esperaban en abril de 1939, la llegada de unos barcos extranjeros que nunca llegaron para huir de Franco. Cuando al entrar

las tropas italianas quedó claro que no había escapatoria, muchos optaron por suicidarse. “Recuerdo a una mujer embarazada, echada en el suelo, y a un hombre que se afeitaba con una navaja a su lado. Oí un grito terrible. Cuando volví a mirar, el hombre se había degollado y la mujer lo había visto todo”, recuerda José, quien salió de aquel puerto directo al campo de concentración de Los Almendros tras haber tirado al mar su carné de la Brigada.

Vicente estuvo en el frente de Guadalajara y en la batalla del Jarama. También en Madrid. “Pese a haber perdido, de lo que más orgulloso estoy en mi vida es de haber luchado en la Guerra Civil con la República”, asegura. Como sus compañeros, también luchó después en la segunda Guerra Mundial.

José Carrillo, hijo del exdirigente del PCE, Santiago Carrillo, y actual rector de la Universidad Complutense de Madrid, donde se acaba de levantar un monumento a los brigadistas, afirma: “No recuerdo un ejemplo de solidaridad internacional como la participación de los 35.000 brigadistas que vinieron a España a defender la legalidad de la República, y el de los propios españoles, que intentaron devolver el favor en la II Guerra Mundial incorporándose a la resistencia contra los nazis. Son un ejemplo, no un invento de Stalin, como dice el nostálgico que ha presentado una denuncia contra el monumento y que me acusa de hacer política. La ciudad universitaria fue testigo. Aquí combatieron muchos brigadistas y en los edificios más antiguos todavía se pueden ver agujeros de bala”.

Pese a la denuncia, el monumento se inauguró el sábado. Son dos grandes placas de acero en las que se lee una frase de Dolores Ibárruri: “Sois la historia, sois la leyenda. Sois el Ejército heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia”.